La Regla de oro
En Nueva York, en la entrada del Palacio de Cristal donde tiene la sede el secretariado de la ONU, hay un mosaico que representa hombres, mujeres y niños claramente de orígenes, religiones y culturas distintas. El mosaico contiene un escrito: “Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti”, la así llamada Regla de oro.
Pero, ¿Qué es la Regla de oro?. Es una ley única en su género, porqué “parece expresar una intuición fulminante y al mismo tiempo accesible en cada conocimiento y en cada conciencia humana” [1], en cuanto que está presente en todas las principales corrientes religiosas y sapienciales de las distintas culturas del mundo. Por esto se puede definir como la síntesis de códigos éticos universales.
La presencia de la Regla de oro, según estudios recientes, viene del 3000 a.C. en la tradición védica de la India, “No hagas a los demás, lo que no quieras que te hagan a ti, y desea a los demás lo que desearías y esperarías para ti mismo”[2].
Entre las antiguas y conocidas citaciones de la Regla de oro, encontramos la del filósofo Confucio, que vivió en China en el período entre el VI y el V siglo a.C.
En el Judaísmo encontramos la Regla de oro ya en el 200 a.C. en el libro de Tobías, pero será la enseñanza de Jesucristo a formularla en la versión positiva. “Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti ” [3].
En la Edad Media se introducirá en la Regla de San Benito[4] y en la Regla no estampada de San Francisco de Asís.[5].
La Regla de oro en las religiones y en las culturas del mundo
Hemos mencionado que una de las características de la Regla de oro que más impresiona es su presencia en las principales corrientes religiosas, sapienciales y filosóficas de todo el mundo y de todos los tiempos. Citamos algunas formulaciones.
Baha’ì: “Bendito el que prefiere a su hermano antes que a sí mismo” (Tablas dei Bahà’u’llàh 7 – XIX siglo).
Budismo: "No trates a los demás de manera que a ti mismo te parezca dañino" (Il Budda, Udana-Varga 5.18 – VI siglo a.C.).
Confucianismo: "Es el máximo de benevolencia amable el no hacerles a los demás lo que no quisieras que ellos hicieran contigo" (Confucio, Analects 15.23 – V siglo a.C.).
Cristianesimo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas "" (Evangelio de Mateo 22, 36-40 – I siglo).
Hebraísmo: "Lo que es odioso para ti, no le hagas a tu prójimo”. Esta es toda la ley, todo lo demás es comentario” (Talmud, Shabbat 3id – XVI siglo a.C.).
Ghandi: "Para ver el espíritu universal y penetrante de la Verdad en la cara, uno debe ser capaz de amar a las criaturas más viles como a uno mismo” (Il mio credo, il mio pensiero, Newton Compton, Roma 1992, p. 70 – XX siglo).
Jainismo: "En la felicidad y en el sufrimiento, en la alegría y en el dolor, debemos considerar todas las criaturas como a nosotros mismos” (Mahavira, 24 Tirthankara – VI siglo a.C.).
Judaismo: "No le hagas a nadie lo que no te gusta a ti" (Tobías 4, 15 – III siglo a.C.).
Hinduismo: "No hacer nada por los demás que, si se hace para ti, te causaría dolor, esta es la suma del deber" (Mahabharata 5, 1517 – XV siglo a.C.).
Islam: "Ninguno de ustedes es [verdaderamente] un creyente si no quiere para su hermano lo que quiere para sí mismo" (Número 13 de Imam, Quaranta Hadith Al-Nawawi ha. 6 – VII siglo).
Nativos americanos: "El respeto por cada forma de vida es la base" (La Gran Ley de la Paz - siglo XVI)
Platón: "Puedo hacer a los demás lo que desearía que me hicieran a mí" (siglo V a.C)
Proverbio Yoruba (África Occidental): “"Uno, consiguiendo un palo afilado para pellizcar un pajarito, primero debe probar sobre sí mismo para sentir cuánto duele".
Seneca: "Trata a tus inferiores como te gustaría ser tratado por tus superiores" (Carta 47 11 - siglo I).
Sintoismo: “Sed caritativos con todos los seres, el amor es el representante de Dios" (alrededor de 500 EC: Ko-ji-ki Hachiman Kasuga - siglo VIII a.C.)
Sikkismo: "No soy un forastero para nadie y nadie es un forastero para mí. De hecho, soy amigo de todos "(Guru Granth Sahib, Texto de las religiones Sikk, pp. 1299 - siglo XV).
Voltaire: "Ponerse en el lugar de los demás" (Cartas inglesas, n. 42).
Zoroastrismo: "No hagas a los demás lo que es dañino para ti" (Shayast-na-Shayast 13, 29 - entre XVIII y XV siglo a.C.).
La Regla de oro hoy
Como recuerda el filósofo Vigna, la Regla de oro, “merece una atención especial en nuestros tiempos, no es en sí misma , o por sí misma, una regla religosai, sino una Regla “laica”.
Fetullah Gulen, sufi turco, ha fundado escuelas y empresas en todo el mundo en el espíritu de la Regla de oro.
Erich Fromm en su “best-seller” “El Arte de Amar” dice: "Si realmente amara a una persona, amaría al mundo, amaría la vida”[6].
Sorokin, sociólogo ruso, escribe: "Solo el poder del amor incondicional que se siente por todos los seres humanos puede vencer a las fuerzas de la lucha fratricida".[7]
Chiara Lubich hizo de la Regla de oro la regla base para construir el "diálogo de la vida": "¡Necesitamos abrir nuestros corazones de par en par, romper todos los diques y poner en el corazón la fraternidad universal ¡ Si todos somos hermanos, debemos amar a todos. Debemos amar a todos. Parece una pequeña palabra, pero es una revolución ".[8]
En conclusión, entrenándonos[9] juntos en los ambientes educativos y en todas partes en el ejercicio de la Regla de oro, en continuidad con las tradiciones culturales y religiosas más antiguas, podemos responder hoy a la necesidad de las mujeres y de los hombres de encontrarse juntos en un itinerario existencial en el cual la fraternidad sea una elección consciente y compartida.
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[1] T. Tatransky, Sobre el volumen La Regla de oro como ética universal, in , XXVIII (2006/5) 167, p.643.
[2] Mahabharata, Anusasana Parva 113.8.
[3] Cf. Lc 6, 31.
[4] La santa regola di san Benedetto, cap IV, v. 9.
[5] Regla no estampada (1221), cap. IV, v. 13.
[6] E. Fromm, El arte de amar, Il Saggiatore, Milano 1978, p. 64.
[7] P.A. Sorokin, El poder del amor, Città Nuova, Roma 2005, p.36.
[8] C. Lubich, El Arte de Amar, Città Nuova, Roma 2005, p.30.
[9] “Aplicar bien la regla d’oro – dice Fanciullacci – es cuestión de habilidad. Es como saber vencer un servicio de tenniss” (T. Tatransky, en el volumen La regla de oro como ética universal, cit., p. 658).